lunes, 16 de abril de 2012

El impacto del modelo de salud convencional en el bienestar de las mujeres

 
Desde el modelo biomédico convencional se entiende la salud exclusivamente como ausencia de enfermedad. Esta concepción perjudica el bienestar de las personas, especialmente el de las mujeres. Dicho modelo sanitario es extremadamente biologicista al considerar que la pérdida de salud se debe únicamente a los aspectos biológicos de las personas, sin reconocer el peso fundamental de  los determinantes sociales, psicológicos, las diferencias sexuales, ni las desigualdades de género entre hombres y mujeres.

Es una concepción muy sesgada, que incide negativamente en el diagnóstico y el tratamiento de la salud y la enfermedad de  toda la población y especialmente tiene consecuencias muy negativas para el bienestar y la calidad de vida de las mujeres.

La Organización Mundial de la Salud  considera caduco este modelo y define la Salud como el estado completo de bienestar físico, psicológico, mental y social, y no solamente como la ausencia de afecciones o enfermedades. Además, declara que la calidad de vida es un concepto muy amplio que está influido de modo complejo por diferentes factores como: la salud física de la persona; su estado psicológico; su nivel de independencia; sus relaciones sociales  y su relación con los elementos esenciales de  su entorno.

En la actualidad sabemos que las mujeres tienen una mayor esperanza de vida, pero con mayores enfermedades crónicas, acuden más a menudo a la consulta  médica, consumen más medicamentos y  tienen una peor percepción de su salud que los hombres. En cambio, ellos viven menos años pero con mejor salud, practican más deporte y duermen más horas que las mujeres, aunque  tienen conductas menos saludables, consumen más tabaco, alcohol, drogas y sufren más accidentes y discapacidades por los modelos tradicionales de masculinidad (deportes violentos, conducción agresiva, etc.). Estas diferencias no se explican sólo en función de la biología y hay que analizar los factores psicosociales de género que las sustentan.

Lee el artículo completo en el número 3 de la revista Con la A

martes, 10 de abril de 2012

La Real Academia Española (RAE) y el lenguaje No sexista

Llevo un tiempo dándole vueltas a la cabeza a este asunto del lenguaje, que según la RAE no es sexista ni ideológico, y tampoco influye en la discriminación e invisibilización de las mujeres…

Por lo visto, estos insignes miembros, e incluso las pocas “miembras” de tan ilustre institución no han adquirido algunos conocimientos neurolingüísticos básicos que llevan años publicados. 

Es extraño, porque yo recuerdo que cuando cursaba quinto curso de la carrera de Psicología, allá por los años 80, aquí en nuestro país, estudiábamos una asignatura llamada “Pensamiento y Lenguaje”, donde otros “ilustres varones”, nos informaban “científicamente” de las intrínsecas relaciones bilaterales entre el pensamiento y el lenguaje de las personas.

Ellos, porque en este caso, eran todos señores los famosos escritores anglosajones de la neuropsicología,  tenían clarísima la relación  biológica existente entre las estructuras mentales y el lenguaje como vehículo del pensamiento. Y así lo defendían y difundían en sus publicaciones. 

En sus numerosas investigaciones demostraban que las conexiones neurológicas entre el pensamiento y el lenguaje que utilizamos, eran bidireccionales y que se podía realizar modificaciones en ambos sentidos, es decir, al cambiar ciertos conceptos del pensamiento, como por ejemplo sobre un prejuicio o mito, esto se trasladaba inmediatamente al lenguaje con el que nos expresamos sobre ese tema.

Además, demostraban en sus experimentos científicos que estos cambios conceptuales también pueden ser producidos a través de una modificación del lenguaje.  Según vayamos utilizando ciertas expresiones, así se van a ir configurando nuestros pensamientos.  
Es algo “biunívoco”, nos decían con todo tipo de ejemplos y experimentos.

Según estas teorías, podemos deducir que en una sociedad patriarcal, dominada durante siglos por una concepción androcéntrica, con numerosos mitos, conceptos y esquemas mentales machistas, en clave de superioridad masculina, resulta “biunívoco” que el lenguaje que expresara estos pensamientos sexistas fuera también y consecuentemente sexista, invisibilizara  a las mujeres y las desvalorizara al nombrarlas. Por lo mismo, el razonamiento en el caso contrario sería que en una sociedad igualitaria, no sexista, el lenguaje también sería no sexista, visibilizaría a las mujeres y no fuera despectivo al nombrarlas y definirlas. 

En esta dirección positiva, cada vez más personas, mujeres y hombres, nos hemos hecho conscientes de que procedemos de una cultura machista y patriarcal que ha determinado la socialización de nuestras mentes, llenándolas de numerosos conceptos, mitos y prejuicios sexistas y, en consecuencia, este tipo de cultura está determinando nuestro lenguaje como expresión de dichas concepciones sexistas. 

Somos personas con conciencia de género, que estamos haciendo un esfuerzo importante y, reconozco que laborioso, por crear y utilizar un lenguaje más igualitario, democrático y no sexista, a la vez que tratamos de mejorar en nuestra manera de pensar, sentir y actuar, que eviten cualquier forma de discriminación. Sabemos que es una tarea difícil y que las reticencias y obstáculos son enormes, pero creemos que la razón acabará por imponerse.

Por otro lado, no es de extrañar las reacciones airadas o de burla en los medios de comunicación de personas  muy cultas  y respetables, ante la existencia de Guías de lenguaje no sexista  y, también es  muy probable que los miembros y las pocas miembras de la RAE, no puedan o no quieran hacer el difícil recorrido neuronal de cambiar los esquemas mentales sexistas en los que han sido socializados y que forman parte de su identidad y de “sus verdades”. Es normal que con su lógica de pensamiento, necesiten defender las normas y la “pureza” del lenguaje masculinizado de la “Real Academia de la Lengua Española” a la que representan.

La buena noticia es que, cuando las personas y, especialmente las mujeres, adquirimos esta conciencia de género, también llevada a  la  práctica de un lenguaje No sexista, ya no hay vuelta atrás, y nadie puede impedir, ni siquiera la RAE, que hablemos como pensamos y que este lenguaje  nos haga sentirnos mejores, en mayor armonía mental y emocional, y en posesión de  una herramienta útil  para aumentar nuestra autoestima  personal y colectiva. Y, a medida que el lenguaje no sexista lo estamos practicando cada vez un mayor número de personas, llegará un día que su implantación sea un hecho  consumado y  que,  incluso  la RAE se verá obligada a admitirlo, mejorando así la calidad de sus pensamientos.

El cambio si es posible  ¡EL LENGUAJE ES PODER Y  El PODER  DE SU USO ESTÁ EN NUESTRAS MENTES, CON PENSAMIENTOS LIBRES Y NO SEXISTAS! 


Soledad Muruaga