jueves, 20 de octubre de 2011

Día Internacional de la Menopausia

El 19 de octubre, me enteré por primera vez, de que se celebra el Día Internacional de la Menopausia y no he podido resistirme a hacer algunas consideraciones  sobre un tema que conlleva diversos mitos, miedos, prejuicios y sufrimientos para gran número de mujeres, llegando a afectar en gran medida a nuestra salud física y emocional.

La menopausia, científicamente hablando, es solamente el final de la menstruación y por ello el fin de nuestra capacidad reproductiva, pero precisamente al tratarse de algo que está tan relacionado con la sexualidad y la reproducción femenina, todo se complica y se retuerce.

Menopausia y menstruación, dos aspectos naturales en la vida de todas nosotras y, que sin embargo, en nuestra cultura son vividas por muchísimas mujeres como algo enfermizo y vergonzante.
En mi caso, ya pasada la menopausia hace unos 8 o 9 años, reconozco que he hecho un amplio recorrido  intelectual, físico y emocional, desde la vivencia de mis menstruaciones hasta su desaparición.
                                                                                                                                           
Recuerdo que, en los primeros años de mi adolescencia y juventud,  vivía mis menstruaciones como  insufribles,  dolorosas, con una humedad incómoda y, toda yo, me sentía invadida por un humor de “perros”.  Eran días de “peligro” para mis relaciones y trabajos. Podía pelearme con cualquiera y  por cualquier tontería, a diestro y siniestro…
Con el paso del tiempo, fui entendiéndome mejor con mi cuerpo y aprendí  a vivir de otra manera más saludable los tres o cuatro días que menstruaba. Comía alimentos más digestivos, descansaba y me relajaba todo lo que podía y posponía las actividades que no fueran imprescindibles. Poco a poco, mi actitud hacia la menstruación dejó de ser un problema y mis dolores también fueron desapareciendo.
Este proceso personal, se produjo simultáneamente con mi experiencia profesional en el trabajo terapéutico con mujeres que vivían de maneras muy diferentes sus menstruaciones. Unas de forma conflictiva, otras de forma más o menos saludable. Es la suerte de tener una profesión como la mía, que posibilita aprender constantemente de las otras…
Por este recorrido vital y profesional, fui incorporando suficiente información y madurez para recibir  a mi menopausia de una forma  bastante positiva y natural. El único síntoma que experimenté algo incómodo, fue el de los sofocos, pero  los acepté con bastante humor.

También reconozco que hasta la fecha, ha subido mi temperatura corporal, por lo que en invierno necesito menos calefacción y en verano más  ventiladores. Esto trae algunos inconvenientes a mis compañeras de trabajo, cuando en las reuniones abro todas las ventanas, hasta que protestan por mis calorías…
Bromas aparte, quiero expresar que la Menopausia puede ser vivida con plena salud y en armonía con nuestros cuerpos, que no perdemos ninguna de nuestras capacidades de sentir y disfrutar el placer que nos puede acompañar toda nuestra vida.

Es verdad que, para muchas mujeres, es muy difícil superar los modelos culturales, sociales y religiosos que durante siglos han potenciado únicamente nuestra función de madres. Son millones las que  han asumido esta función maternal como la única razón de su existencia y, por ello, la menopausia significa para ellas, la pérdida de su razón de ser mujer, así como el final de la juventud.

Todo esto,  unido a que son numerosos los tratados médicos que describen la menopausia como una enfermedad, ofreciéndonos consejos, tratamientos hormonales y medicamentosos para ayudarnos a superar esos “trastornos físicos y psicológicos”.
Sin embargo,  muchas  mujeres hemos empezado a hablar, a conocernos, a descubrirnos como personas, más allá del modelo de belleza, de maternidad  y  de pareja  patriarcales. Cada vez somos más las que  estamos descubriendo y aceptando que simplemente vamos envejeciendo en un fluir de nuestras  vidas. 
Y cada una vivimos la menopausia de forma diferente, enfrentándonos a una sociedad donde la belleza y la juventud son sinónimos de éxito, de inteligencia y de futuro.
Lo positivo y esperanzador  es que, en espacios de salud  como el nuestro, “Entre Nosotras”, comprobamos  cada día el  avance de muchas mujeres, que con esfuerzo y reflexión se preparan para afrontar la segunda mitad de sus vidas, activas, saludables y fuertes, con la fuerza que nos da el conocimiento y la experiencia de entendernos unas a otras en el difícil desafío de ser  MUJER.


miércoles, 19 de octubre de 2011

Dolor Crónico


 
En el día internacional del Dolor Crónico, me parece importante resaltar la pobreza de recursos destinados a la investigación de las causas de los dolores crónicos.   

No se han elaborado protocolos de diagnóstico diferencial  para las más de 100 enfermedades que producen dolor  y que,  “casualmente”, afecta de forma desproporcionada a las mujeres.

Esto ocurre, a pesar de que la   Organización Mundial de la Salud (OMS) ha constatado que:

- El 30% de la población femenina padece dolor de columna, en articulaciones o en la masa muscular.

-  Es dos veces  más elevado entre  mujeres que entre hombres y su prevalencia aumenta a partir de los 45 años.
- Es la primera causa de abandono de la actividad principal de las mujeres.

- A cualquier edad el primer motivo de consulta de las mujeres es el dolor en el sistema músculo-esquelético (en la columna cervical, dorsal y lumbar, en articulaciones, en manos y pies.)

- Estudios en los 80-90 demostraban que las quejas sobre dolor y malestar de las mujeres se consideraban psicosomáticas y se trataban con ansiolíticos y sedantes (Berstein et al 1990)

- El dolor crónico tiene también un sesgo de género en la investigación médica. 

- Se ha producido una falta de ciencia en el diagnóstico diferencial de las enfermedades  biológicas que pueden causar dolor, y a través de la falta de escucha, del error de diagnóstico y del tratamiento.

- Se silencia con medicamentos la queja, el malestar y el dolor en lo más profundo de los huesos y de los músculos de las mujeres.

Por mi experiencia como psicóloga y directora del Espacio de Salud Entre Nosotras, compruebo, al igual que mis compañeras de equipo, que la forma más frecuente de la medicina tradicional es abordar los malestares y sufrimientos de las mujeres por medio de la medicalización de los síntomas.
  
Según esta concepción de una Medicina Patriarcal, los síntomas por los que las mujeres suelen acudir a la consulta se consideran como expresión de trastornos en el funcionamiento de un cuerpo biológico.
Se invisibiliza la relación entre las condiciones de vida y los síntomas por los que consultan  y se inicia el proceso “medicalización de los conflictos”.

Los estudios indican que las mujeres de nivel socioeconómico bajo suelen ser más medicadas que las de otros sectores. Son mujeres que acuden, en primer lugar, a los servicios de guardia hospitalarios, o al médico general por sus dolencias, y suelen recibir un tranquilizante. En ocasiones, son derivadas al psiquiatra, quien habitualmente refuerza o varía la medicación prescrita.

Por todos estos motivos, en la Asociación de Mujeres para la Salud creemos y defendemos que el dolor crónico  hay que tratarlo desde la perspectiva de género, para poder entender y tratar  las causas que provocan una mayor afección de estas enfermedades en las mujeres. 

Lo positivo es que, en los últimos años, tanto  desde la Organización Mundial de la Salud (OMS), como a través de las investigaciones y estudios publicados por el Observatorio de Salud de las Mujeres (OSM) de nuestro país, se evidencian muchas de las diferencias y desigualdades en todos los aspectos relacionados con la salud de los hombres y las mujeres.

Algunos de estos aspectos que han sido demostrados en, son por ejemplo:

- Que la percepción de salud es peor en las mujeres que en los hombres.
- Que las maneras como expresan sus quejas hombre y mujeres, son diferentes.
- Que en las mujeres la frecuencia de quejas crónicas es triple que en los hombres.
- Que las mujeres tienen una mayor esperanza de vida, pero su vida con buena salud y sin enfermedad crónica es peor.
- Que los hombres viven menos años, pero con mejor salud, aunque sufren discapacidades desde más jóvenes, muchas de ellas como consecuencia de lesiones por accidentes.

                                              
Todo esto tiene explicaciones lógicas, que tienen que ver fundamentalmente con los distintos patrones de vida, más allá de la diferente biología de hombres y mujeres.

Durante demasiado tiempo, se ha considerado como algo natural, la falta de equidad en la vida cotidiana de las mujeres, en la distribución del trabajo productivo, en el reproductivo, en el ocio y en el descanso, sin tener en cuenta la relación que tienen  estos factores con el dolor crónico, la calidad de vida y la salud de las personas.

Está demostrado que los hombres dedican más tiempo a practicar deporte, disfrutan de más horas de ocio, tienen menos responsabilidades en las tareas del hogar, de cuidados a los/as familiares dependientes y duermen más horas que las mujeres. Todo lo cual redunda en un menor padecimiento de dolores crónicos.

Estas diferencias en roles y tipos de vida pueden explicar muchas de las desigualdades  en los dolores  y  las enfermedades crónicas entre hombres y mujeres.

Entre las principales enfermedades con dolor crónico, que afectan de forma predominante a las mujeres y que podemos considerarlas de género.

- La Artrosis (ratio 3/1)  Afecta al triple de mujeres que de hombres.
-   La Artritis (ratio 30/1) Afecta 30 veces más a las mujer.
- La Fibromialgia (ratio 9/1) Nueve de cada 10 personas afectadas son mujeres.
- Migrañas  (ratio 9/1)  Nueve de cada 10 personas afectadas son mujeres.
- Síndrome de fatiga crónica  (ratio 3/1) Afecta al triple de mujeres que de hombre.
- Anemia y deficiencia de hierro (ratio 50/1) Afecta 50 veces más a las mujeres.
- Osteoporosis (ratio 3/1) Afecta al triple de mujeres que de hombres.
- También la Depresión Exógena, con los numerosos síntomas físicos y psicológicos, afecta casi al triple de mujeres que de hombres. Es la que en la Asociación de Mujeres para la Salud, denominamos Depresión de Género (puedes leer más aquí)

En la Asociación de Mujeres para la Salud, proponemos  una serie de Actuaciones Políticas necesarias  para abordar de manera efectiva las causas del dolor crónicos de las mujeres:

En la Sanidad, considerar como causas del estrés y el cansancio de las mujeres: las derivadas de las responsabilidades familiares, la doble jornada y los ambientes laborales masculinizados.

- No perpetuar a las mujeres como agentes únicos de cuidados de la salud familiar ( el 90% de cuidadoras son mujeres, con riesgo de padecer el Síndrome del cuidador)

- Para evitar el estrés, la fatiga y el dolor crónico de las mujeres, por la unilateral carga de las tareas familiares, crear guarderías, centros de día, así como permisos de paternidad/ maternidad  igualitarios para ambos progenitores.

- Creación de ambientes favorables, libres de violencia de género hacia las mujeres, en el trabajo y en el entorno del vecindario, del barrio y de la ciudad.

- Formación profesional sanitaria sobre  cómo afecta a la salud de las mujeres, la duplicidad del trabajo productivo y reproductivo y la violencia de género.